Y no sólo eso... aún hay más amor por desemburbujar...

La "Mamita", Edgard y yo

En el post anterior, comentaba sobre el amor inmenso de la Madre por mí y de cuánto me descubro acompañada por Ella... pues imagínense que no sólo se encarga de velar todos los días por mí, que ya de por sí me genera una deuda de gratitud infinita con Ella, sino que ha cuidado de una serie de detalles en mi vida para que yo sea enormemente feliz. Y es que eso es justamente lo que busca el verdadero amor, la felicidad del otro, y Ella pues lo añora en cantidades incalculables para nosotros sus hijos.  Es así, que intercedió ante Dios, después de un tiempo justo de espera (aunque muchas veces la impaciencia me impedía verlo así), para poner a mi lado a alguien, no sólo con quién podía hablar de mi amor por mi Madre, sino en quién podía llegar a admirar la ternura y la entrega de un corazón humano hacia Ella... estoy hablando de mi novio!!! (véase la foto).  Recuerdo que una de las primeras cosas que me conmovió totalmente el corazón, es la forma en que se dirige hacia Ella.  El la llama "Mamita", así que podrán quizás deducir de aquello, cuán protegido y engreído se ve por Ella.  Y es a través de este medio, que recuerdo con dulzura cuánto su mirada de amor, me ha permitido amarla aún más, por lo que no me queda más que expresarle una vez más a él, mi inmensa alegría y gratitud.  Hace unos días, en una reunión familiar, alguien decía con mucho acierto, que su mamá antes de casarse le aconsejó que nunca dejara de admirar a su esposo.  Pues en este momento pienso en cuánto admiro de mi novio, la sencillez de su amor hacia la "Mamita" y la capacidad que tiene para dejarse acoger por Ella.   Estoy convencida que ese amor nos acompañará en especial en este tiempo privilegiado de preparación para el matrimonio, y será a Ella a quien deberemos seguir encomendándonos todos los días para crecer en fidelidad, en lealtad, en paciencia, en comprensión... en AMOR.  (Te amo y te admiro, mi vida)